lunes, 12 de enero de 2015



Sărbătorile Poeziei




Gheorghe Pituţ (1940-1991)
Gardabosques en su primera juventud, estudia Filología en las
Universidades de Cluj y Bucarest. Se dedica al periodismo literario y
publica su primer libro de poemas, La puerta de la fortaleza, en 1966.
Transilvano por los cuatro costados, nunca abandonará el universo tradicional
popular de esta geografía. Una solemnidad bien vigilada le
acerca a la estructura espiritual de Lucian Blaga.
Obra. Poesía: El que me defiende; El ojo del vacío; El sonido originario;
El humo.

El sabio

De noche el sabio no duerme
y de día no canta.
Cuando se llevan el Sol,
bendice las torres
y la gente.
Tan secretamente
pasa por entre sus semejantes
que raras veces lo observa alguien.
Si le hacen alguna pregunta,
contesta con una palabra
redonda y de mucho peso
como la piedra de un río:
mirar adentro de un ser humano
este es el más grande suceso.

Herida

Cuando se derrumban las nubes
sobre las colinas de mi aldea,
allá, en Ardeal,
y se pudre la madera de las ruedas
del carro tirado por los búfalos,
mi padre deja la guadaña
al lado del almiar
y mi madre se cubre
el pelo plateado
con estopillas
para que no se vea el relámpago,
mientras que a mí, en una gran ciudad,
se me abre en la palma de la mano
una herida debajo del pulgar.
Sin haber trabajado, sin esfuerzo alguno.
Ni haber estrechado siquiera la mano de un amigo…

Desequilibrio

Casi sabio a mi edad
comprendo que la luz
es la locura del ser humano.
Vivo bajo luces oscuras
que duelen como las heridas:
la casa de mis padres
levantada al lado del viento
sobre la colina,
mis padres siempre doblados
sobre guadañas y azadas
sobre una tierra tan estéril
y nuestro perro enronquecido
junto a la estrella polar.
Veo el camino
del bosque cortado;
encima de los troncos
con tres vecinos míos
(cantaba y brillaba el sol)
el camión ha entrado en la muerte
y yo solo he salido ileso,
resbalando
sobre el rojo invierno de sus cuerpos,
me he aburrido mucho después,
he reído como un loco
a carcajadas
y he cantado por el miedo
durante seis kilómetros de fuga.
 
Pituţ, Lăncrănjan, Ţuţea, Pucă
Si no escribiera

Si no escribiera
empujado
por las voces que hay dentro de mí,
me ahorcaría
del primer árbol
de la calle.
¡Cómo engañan mi envoltura
y mi cara!
Parezco un refugio
de silencios
que tanto los deseo
mas no son tan anchos
para distinguir la niebla del mundo
penetrando en la noche de la tierra.
Me imagino apagado desde hace mucho
y sobre tanta blancura
veo una mancha negra
perseverando
como signo de que he sido
que hubiera tenido que ser.
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R. Darie Novăceanu - 2015 

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