martes, 30 de diciembre de 2014




 Sărbătorile poeziei


Emil Botta (1912-1977)

Poeta y actor, es tan famoso por su trabajo en teatro, cine y televisión,
como por su obra poética. Eminentemente expresionista, manifiesta
una actitud romántica en su lírica, rica en recursos folklóricos. Sus imágenes
austeras y la retórica musical refuerzan la intensidad y las actitudes
introspectivas de sus poemas.
OBRA: Poesía: El tenebroso abril; En las puertas del paraíso; Poesias;
Versos; Poemas; Una añoranza no saciada.

Castillo interior


Escalón tras escalón,
he caído en mi propia arcilla.
Ahora oigo el paso de los sepultureros
que llevan un ataúd hacia su fosa.

Oh ¿de quién es, de quién
es el ataúd sobre los hombros de esta gente?
La vida de las estrellas se apaga por sí misma,
de sí misma saca la tremenda voluntad de morir,
en su propia ceguera se refleja,
fiel a sí misma y a su luz.
Pero mi vida y mi muerte
andan afuera,
sin esperanza, lejos del país.
La vida es bella y la muerte más que cruel,
desearía que hiciéramos de las tres voluntades
un cuerpo, un círculo, una bella casa
con ventanas hacia el Oriente.

Ay, estoy solo dentro de mi arcilla,
escuchando los pasos de los sepultureros
con mi muerte en sus hombros, pesada.


El caballero del caracol de oro
Era un lunático caballero,
todo coraza, todo hierro,
con un caracol incrustado en las armas.
Mi divisa: «Lento lentamente»
y debajo el adagio: «Quod licet».
El escudero Tristeza, más que fiel,
se hallaba a mi derecha.
Llegaba la noche con ruiseñores.
Cantaba el bosque:
tú, hoja verde, la que sabes
mi pesado dolor,
di una vez más,
di aquellas palabras:
«De bosques, de llanuras,
de un lugar solitario se trata,
de un alma asesinada entre los árboles,
en el sueño,
bajo la lámpara de la luna,
la que alumbra el paraíso;
de un lugar solitario se trata»…
Era un caballero lunático,
más lunático que la luna del cielo,
con Tristeza, en una noche impronunciada.


Post Ludum


Ándate, poesía, hacia los robles guardianes
de las más altas cimas
y dales un saludo de uno que fue.
Ruega a los pájaros que se callen,
me han vuelto loco de tanto gorjeo.

Ándate, poesía, de noche,
por entre los sueños de mis padres
y bésales en la frente, háblales en voz baja.
Diles que he cerrado la última hoja del cuaderno
y que incluso las piedras lloran ahora por mi destino.

Poesía, dile a mi madre que me perdone,
soy una mala fruta
tirada por el que la prueba;
tantas lágrimas ha vertido por mí
y el suspiro se le ha helado siempre en los labios.

Poesía, dile a mi hermano que no he sido ángel,
tal como creyó,
que mi corazón es castigo, remordimiento, horca,
y que por tantos malos pensamientos que me han golpeado,
salvajemente, tengo un sueño de brasas.

Diles a mis amantes que no las he querido,
que errabundo las engañé siempre.
Mi vida ha sido como un sombrero,
como una copa dentro de la cual
mezclas el azar de los dados.
Si el gato amarillo entendiera algo,
dile que mi pereza es como la suya.
A la luz de miel que transitaba por el jardín,
dile que me perdone
porque he sido siempre sólo crepúsculo.

Después,
Poesía, no vuelvas más.
Nosotros dos no hacemos una noble pareja.
Nuestra alianza queda rota
y quisiera no verte más. Nunca jamás.


Documentos sobre la melancolía
Entristecimiento que abrazas
la cintura de las flores,
entristecimiento que dejas caer
durante la última fiesta,
la del baile de todos los años,
en los labios de las flores hermanas
un beso suave, abrasador
como de nubes plateadas…
Crepúsculo, tú que haces cambiar
en un instante de llamas
la peña eterna en brasas
y conviertes al césped en una leyenda,
borrandoo el secreto del No visto,
acercándonos la muerte como una caricia
y el anochecer humilde lleno de gracia…
Tú, entristecimiento y tú, crepúsculo,
pesadumbres de mi alma,
ritmos de mi corazón,
quisiera petrificarme entre vosotros
como entre dos iras,
agua hechizada entre la tierra y el cielo.


R. Darie Novăceanu, 2014.