martes, 14 de junio de 2016

Et in Balcania ego

  

Fin de temporada y del Mundo Antiguo
           
 
Imperiul lui Burebist

Estamos, importa no olvidar, en la mitad del último milenio del Mundo Antiguo, más en concreto en las tres últimas centurias, cuando en la geografía cárpato-danubiana, desde Panonia, a los Balcanes, incluidas las orillas del mar Negro y el Mediterráneo griego, inundadas por las poblaciones llegadas desde el Este, se consuman eventos políticos y militares que definirán para muchos siglos el mapa de esta zona. Los griegos, los macedonios, los tracios, los escitas y los dacios serán los actores principales que, al final, dejarán el escenario a la actuación soberana del poder imperial de los romanos.
Con una causa común – la lucha contra los persas-, los griegos y los macedonios la llevarán por separado, enfrentándose entre sí y perdiendo los dos. Primeramente, los griegos. Luego los macedonios que, bajo Alejandro Magno, arruinarán a los persas y construirán un imperio utópico, facilitando el juego a los romanos. Los tracios del sur que, al no tener opción, participarán en los dos frentes, saliendo de la historia. Igual que los escitas, menos preparados para cambios tan repentinos. Dos grandes pueblos que no han logrado articular en un solo cuerpo las fracturas tribales. 
Planisferul lui Lepinski
Solamente los geta-dacios, hostigados por todos allí nombrados, pero actuando ya juntos, dentro de un estado centralizado, que demostraba así sus ventajas, se han empeñado en resistir, aun concientes del desenlace final adverso.
            No nos habita, con estas consideraciones, la absurda intención de reescribir la historia, ni presumimos de conocer más que los mejores sabedores que se dedican a esta disciplina. Simplemente, tratamos de explicarnos lo que, aparentemente, está bien explicado, bajo las luces de aquella época, y de juzgar a los intérpretes principales y de reparto; estos últimos inmerecidamente olvidados. Entre ellos, Demóstenes e Isócrates, el rey escita-tracio Atehas, Lisímaco, Mitrídates, Oppius Sabinus, Corneliu Fuscus y Tetius Julianus. Entre los protagonistas, el rey macedonio Filipo y su hijo precoz, Alejandro; luego César, Pomeyo, Domiciano y Trajano. Y, con pleno derecho, los reyes dacios - Dromichetes, Burebista y Decébalo -, que dejarán caer el telón sobre un escenario de guerras desmedidas, libradas en las tres centurias, sin tregua, como si de un fin de temporada se tratara y no del fin del Mundo Antiguo, que le dejaba al que venía una herencia de heridas abiertas y de fracasos sin solventar.
Lo hemos concebido así, para abreviar, como un espectáculo que facilita el actuar en más lugares, en la misma unidad temporal, prescindiendo de escenas menos significativas a favor de las que han marcado sus pautas en la historia de los dacios.
Burebista - Frescă Muzeul Militar
Aunque fuera de su territorio, algunas de las batallas que han sucedido en esta época, han tenido repercusiones importantes para la vida de los dacios, cortando los caminos comerciales, vitales para una economía en pleno desarrollo.   
            El prólogo del estreno es obra de los persas, quienes, aparte el fracaso sufrido en las estepas caucáseas, conseguirán enemistarse para siempre con los griegos y los macedonios y, por otro lado, desatarán los profundos manantiales escitas, que muy pronto bajarán hacia el Ponto, cubriendo toda Dobrudja.
            Alentados por la victoria contra los persas, al llegar a las tierras pónticas, con sus riquezas naturales, agua, vegetación y grandes bosques (el Buceag), los escitas se han asentado en lo que, por un tiempo será la Escitia Menor, como verdaderos pero no legítimos dueños. Razón por la cual el actor principal que domina el escenario del primer acto, será el rey Filipo. Apoderándose de las colonias griegas en el mar Negro, saldrá en defensa de lo conquistado, enfrentándose con los sorprendentes advenedizos en una larga y empedernida batalla, doblegando al final, en el año 339, la tenacidad de Atheas, el rey traco-escita y obligándole volver a las soledades heladas de las estepas.
            Del botín que se había llevado a casa, podemos apreciar la capacidad de las dos fuerzas y la dureza del enfrentamiento: 20.000 mujeres escitas, con sus niños, que serán esclavos y soldados para sus legiones; y 20.000 yeguas para enriquecer la raza propia. Parte de estas han sido trasladadas a Tesalia, famosas por sus jinetes, que fomentarán la temible caballería macedonia.
            Perspicaz, emprendedor, ambicioso y violento, Filipo pensaba ir de uno solo contra los persas, desoyendo las sugerencias de Isócrates, quien reconocía en su persona al mejor caudillo para llevarles juntos a la conquista de Asia Menor. Tampoco le había hecho caso a Demóstenes, su admirador sincero y adversario constante. El gran Demóstenes que, diez años antes, en 347, cuando, enviado con otros nueve embajadores a Palle, para protestar y defender las colonias de Atenas perdidas en Tracia, frente al macedonio, empezaba por declamar poemas y luego, impresionado e inhibido por tal personalidad, se le acababa la voz.
            Ahora, vuelto desde Dobrudja, con la salud maltrecha, no vacilará en abrir el segundo acto del drama, desmantelando la alianza de Atenas con Tebas, lograda por Demóstenes en su contra. Lo conseguirá en Queronea (338), con 30.000 soldados y 2000 caballerías, sin más exigencias que la de otorgarse el título de archiestratega del ejército griego. Así, los griegos no podrán levantarse en armas contra sus actuaciones. Título concedido al instante, en una asamblea organizada por el foro de Corinto.
 
Dacii - Bazilica de San Antonio - Ravena
            Temido e intransigente, Filipo sabía hacerse respetado por las tropas, pero no así por toda la gente, descuidado con la más cercana, donde germinaban los descontentos.
Cansado, dicen las crónicas, de las extrañezas de una de sus mujeres, Olimpia, la madre de Alejandro, se había casado con una macedonia de la cual esperaba sucesión, dudando de la virtud moral de Alejandro, a pesar de haber encomendado su educación a Aristóteles, cuyo padre, el médico Nicomaco, cuidaba su menguada salud.
Caerá, apuñalado en Ega, la antigua capital del reino, víctima de una conjura fomentada por la turbulenta Olimpia, en octubre de 336, justo cuando sus tropas estaban en camino y tenía todo preparado para ir contra Persia.
Con tan solo 46 años, Filipo era el único rey-guerrero capaz de hacer frente a los romanos que, en el tercer acto del espectáculo, se apoderarán de todo el escenario.
 
Madrid, 2005
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© - Darie Novăceanu – Et in Balcania ego - 2016