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domingo, 8 de febrero de 2015




Sărbătorile poeziei


TudorArghezi
(1880-1967)


El más importante poeta rumano moderno. Custodio de una galería de arte en Bucarest, químico, monje, vendedor de periódicos en París, relojero en Ginebra, estudiante en Friburgo, profesor de historia de las religiones en una escuela militar. Publica su primer poema a los 16 años y el primer libro de poesía a los 47. Redactor, director y fundador de revistas y periódicos, fue encarcelado por colaboracionista (1918- 1919) y por su actitud antifascista conoció los campos de concentra­ción (1943). Su obra es modelo de perfección idiomática. Reanimó for­mas literarias desusadas e inventó otras, tales como la "tablilla", inge­niosa mezcla de narración y ensayo penetrada de un lúcido lirismo. Obra: Poesía: Palabras adecuadas; Flores de moho; Librito para el ano­checer; Versos; Cien poemas; La colmena; Canción del hombre; Versos escogidos; Hojas; Juegos de niños; Poemas nuevos; Siete hermanos; Cadencias. Narrativa: Tablillas del país de Kuty; Los ojos de la Virgen; El cementerio de la Anunciación; Lina; Imágenes de madera; La puerta negra; Páginas del pasado; Mundo viejo, mundo nuevo.

Durerea mea
Durerea mea de vineri duminica-i mai dulce.
O gust mai mult când sună un clopot dintr-o turlă.
De ziua săptămânii mi-e milă şi mi-e silă.
Anu-i opac şi vremea s-a-ngroşat,
Mă cheamă ora din trecutul isprăvit
Şi nu e loc să ies din cea de-acum,
Prin funingini şi scrum.
Timpul mi-este însă scump,
Căci mi se pare că-i al meu,
în vitejie şi-n înfricoşare.
Eşti un erou? Eşti un fugar?
Omule purtat cao manta târâş,
Din şapte nasturi mai atârnă cinci.
Doi s-au pierdut.
Unul a rămas pe munte,
Altul a căzut în râpă.
Auzi-l...Cade în eternitate.

Mi dolor
Mi dolor de los viernes es más suave el  domingo.
Lo sufro, sobre todo, cuando alguna campana
dobla deste una torre.
Siento piedad y asco por los días
de la semana. El año está sombrío,
creció el tiempo.
La hora de un pasado extinguido me llama
y no hay modo de salir de esta hora
entre cenizas y humo.
Aún me tienta el amor por el tiempo
porque parece mío,
tanto en el miedo como en el valor.
¿Eres un héroe? ¿Eres un cobarde?
Hombre arrastrado como un trapo roto,
de los siete botones quedan cinco,
Dos se perdieron:
uno entre las peñas,
otro hundido en el valle.
Oyelo...Cae hacia la eternidad.

Otoño tardío
Bajo la soledad de noviembre,
y en cuanto alcanza la vista, se derrama el parque
envuelto en el sueño fúnebre
de los espejos humeantes.

Y es que entre los árboles, milenariamente enfermo,
oscuro en sus profundidades, se extiende un lago,
y la sangre de las viñas y los castaños
flota sobre la superficie cobriza del agua.
Por entre los árboles, mi tristeza mira el horizonte
como un cuadro que no comprendiera:
¿detiene el sendero en lo hondo la arboleda o la espera?
El silencio es el eco de las ramas peregrinas.
Hospital de la tristeza, del remordimiento,
donde lloras tu amor incumplido
y recuerdas, con nostalgia y sufrimiento,
su imagen jamás encontrada.

Algunos alerces se han reunido a lo lejos,
mientras el parque reza en un murmullo...
Se cierra el anochecer como un libro
y el alma queda en prenda entre sus hojas.


La ceniza de nuestros sueños
La ceniza de nuestros sueños
cierne sobre nosotros a montones,
como caen en los búcaros
los pétalos azules dañados
por algún insecto oculto en las hojas.

Se agita el viento y gime.
La tierra se une al cielo,
las ciudades son bolas y ovillos,
hondas guitarras de maldiciones
y el aire está frío como el hielo.

La tierra es un molino vacío
con larvas mendigando cobijo,
moviéndose en el polvo muerto
que se escurre en el caos...

La tierra de los sueños que se han ido.

Salmo
Podría tomar la eternidad por compañera
de todos mis pensamientos;
hechizar nuevos violines, hallar nuevas melodías
y versos -ágiles y densos.

De cualquier modo el violín sabe qué decir
cuando lo oprimo con el arco o hago vibrar sus cuerdas.
Una inquieta ansia celeste
domina mi mano y me quema el alma.

Sé que nuestra estrella radiante en lo Alto
crece y espera descender hasta el violín.
Llevo dentro de mí el signo, como certeza
de que tengo el remedio para la muerte de todos.

¿Para qué, Padre, habría de dar y a quién,
el sonido de bronce de las fiestas?
No quiero mi pan por cantarte a ti
y no quiero mi cuenco rodeado de estrellas.

El cuerpo de mujer que sé abrazar
no te lo voy a entregar, caliente y blanco;
sólo no es pecado enturbiar
con el sufrimiento del cielo el agua del Jordán.

Quiero perderme en la oscuridad y en la podredumbre,
sin conocer la gloria, cruel y asqueado.
Que nadie sepa que me he deleitado
y que dentro de mí tú mismo has vivido.

La tierra antigua se ha civilizado.
Ya no hay ninfas, ni sirenas, ni náyades
meciéndose rítmicas y sensuales
en el ondulante lecho de las aguas.

Sobre el negro asfalto de los bulevares,
bajo la mirada de los guardias, en grupos,
los sobrinos de Orfeo van a la escuela
con sus pizarras de piedra y sus esponjas.

Todos han abdicado de su función divina,
han renunciado ya a las glorias eternas:
Apolo es profesor de mandolina,
Pan da lecciones de lenguas modernas.

Hércules es petrolero mecanógrafo,
y el propio Júpiter, boticario avisado,
despacha en cajitas, en su tienda,
comprimidos y jarabes.

Otrora llegaban a nuestros patios
y hablaban con nosotros, cantando,
pequeños ángeles de alas cortas
y Cándidos santos en sobrepellices nuevas.

Y algunas veces, en el jardín, al anochecer,
un serafín caía, agarrándose el dolorido pie,
herido en su vuelo
al chocar con una abeja.
¿Y cuántas veces, frenando nuestra prisa,
nos hemos asomado a la ventana del establo
para mirar la luz de Cristo
y oír cómo nos hablaba su voz?

Pablo de Tarso es hoy un pobre usurero,
y Crisóstomo, chico de una tienda,
mientras que el Esprítu Santo, encerrado en su jaula,
se ha convertido en polluelo de codorniz.


En el país hay paz, y fuera también;
los confines están tranquilos como nunca,
y hoy, en los protegidos campos,
los labradores cantan y surcan la tierra.

Al iniciarse la dulce primavera,
el pueblo recuerda las leyendas
y las hojas tiemblan en las ramas celestes,
y también, en secreto, tiemblan los boyardos.

Por supuesto, el Príncipe pensativo
está decidido a purificar el mundo.
Mete el palo hasta el cuello de los hombres
para que el culo encuentre la campanilla.

No hay piedad ni demoras
para quien se opone a la justicia.
Religioso, el Príncipe, a la vez que el palo,
prepara las velas y el pudding de trigo.

Respetuoso con las buenas costumbres,
para los grandes -sean paisanos o turcos-
tiene palos diferentes, horcas soberbias
para distinguir sus jerarquías.

Puede verse a los visires en sus alturas,
empalados sobre majestuosos álamos,
y para los santos, los curas y los obispos,
tiene madera santa y olorosa.

Y he aquí que las Cortes del país se reúnen
para agradecer al Príncipe la paz.
El está en su trono. Silencioso.
El alma cubierta de adargas.

Y mientras amigos y cortesanos con armaduras
brindan y alzan las copas de vino
en honor de las hazañas de Su Majestad,
el Príncipe piensa en los palos que se merece




  










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R. Darie Novăceanu - 2015

miércoles, 2 de julio de 2014





Cu cărţile pe faţă 


2.Tudor Arghezi şi George Bacovia în spaniolă                                                
                   

Către
Institutul Cultural Român

Domnului Preşedinte

Horia-Roman Patapievici 
   Aleea Alexandru, 38
   011824  Bucureşti 

Stimate domnule Preşedinte,


Vă supun atenţiei propunerea publicării în Spania a două volume de poeme din opera lui Tudor Arghezi şi George Bacovia, în selecţia, traducerea şi prezentarea mea.

Şi aş dori să ştiu care este disponiblitatea Institutului Cultural Român de a sprijini acest proiect în cadrul Programului Publishing Romania pentru a proceda la îndeplinirea diligenţelor fireşti în materie.

Am în vedere ediţii bilingve, apreciind că interesul cititorilor spanioli pentru astfel de cărţi a crescut mult în ultima vreme şi, în acelaşi timp, sunt bine primite şi de către românii aflaţi, de voie sau de nevoie, în Spania.

Posibilitatea publicării fără un astfel de sprijin este destul de redusă şi chiar dacă în alte cazuri am reuşit s-o realizez, demersurile de până acum au fost infructuoase.

Evident, mă interesează editurile de prestigiu, care-şi mai îngăduie luxul unor colecţii de poezie, reuşind să aibă si o foarte bună distribuţie.

Am optat pentru cei doi poeţi - Răsăritul şi Nordul poeziei noastre unul lângă altul, pentru că după Blaga - Apusul - publicat anul trecut la Zaragoza, fără implicarea Institutului -, vreau să închid această îndeletnicire, lăsând Sudul - Barbu - în seama celor ce vin după mine.

In selecţia mea, anexă la aceste rânduri, e vorba de : Arghezi - 99 poeme, 1168 versuri; Bacovia- 72 poeme, 682 versuri.

In funcţie de disponibilitatea la care fac referire, voi contacta câteva edituri spaniole şi voi prezenta Institului Cultural Român valoarea cheltuielilor, defalcate pentru fiecare operaţie în parte.

Nu-mi cereţi, vă rog, completarea formularelor tip, nici însoţirea acestei scrisori cu obişnuitul curriculum vitae.

In aşteptarea răspunsului dumneavoastră, vă asigur de toată preţuirea mea.

Madrid – 10 aprilie 2008


TudorArghezi

(1880-1967)













El más importante poeta rumano moderno. Custodio de una galería de arte en Bucarest, químico, monje, vendedor de periódicos en París, relojero en Ginebra, estudiante en Friburgo, profesor de historia de las religiones en una escuela militar.
 Publica su primer poema a los 16 años y el primer libro de poesía a los 47. Redactor, director y fundador de revistas y periódicos, fue encarcelado por colaboracionista (1918- 1919) y por su actitud antifascista conoció los campos de concentra­ción (1943).
Su obra es modelo de perfección idiomática. Reanimó for­mas literarias desusadas e inventó otras, tales como la "tablilla", inge­niosa mezcla de narración y ensayo penetrada de un lúcido lirismo. Obra: Poesía: Palabras adecuadas; Flores de moho; Librito para el ano­checer; Versos; Cien poemas; La colmena; Canción del hombre; Versos escogidos; Hojas; Juegos de niños; Poemas nuevos; Siete hermanos; Cadencias. Narrativa: Tablillas del país de Kuty; Los ojos de la Virgen; El cementerio de la Anunciación; Lina; Imágenes de madera; La puerta negra; Páginas del pasado; Mundo viejo, mundo nuevo.

Mi dolor

Mi dolor de los viernes es más suave el  domingo.
Lo sufro, sobre todo, cuando alguna campana
dobla deste una torre.
Siento piedad y asco por los días
de la semana. El año está sombrío,
creció el tiempo.
La hora de un pasado extinguido me llama
y no hay modo de salir de esta hora
entre cenizas y humo.
Aún me tienta el amor por el tiempo
porque parece mío,
tanto en el miedo como en el valor.
¿Eres un héroe? ¿Eres un cobarde?
Hombre arrastrado como un trapo roto,
de los siete botones quedan cinco,
Dos se perdieron:
uno entre las peñas,
otro hundido en el valle.
Oyelo...Cae hacia la eternidad.

Otoño tardío

Bajo la soledad de noviembre,
y en cuanto alcanza la vista,
se derrama el parque
envuelto en el sueño fúnebre
de los espejos humeantes.

Y es que entre los árboles, milenariamente enfermo,
oscuro en sus profundidades, se extiende un lago,
y la sangre de las viñas y los castaños
flota sobre la superficie cobriza del agua.

Por entre los árboles, mi tristeza mira el horizonte
como un cuadro que no comprendiera:
¿detiene el sendero en lo hondo la arboleda o la espera?
El silencio es el eco de las ramas peregrinas.

Hospital de la tristeza, del remordimiento,
donde lloras tu amor incumplido
y recuerdas, con nostalgia y sufrimiento,
su imagen jamás encontrada.

Algunos alerces se han reunido a lo lejos,
mientras el parque reza en un murmullo...
Se cierra el anochecer como un libro
y el alma queda en prenda entre sus hojas.

La ceniza de nuestros sueños

La ceniza de nuestros sueños
cierne sobre nosotros a montones,
como caen en los búcaros
los pétalos azules dañados
por algún insecto oculto en las hojas.

Se agita el viento y gime.
La tierra se une al cielo,
las ciudades son bolas y ovillos,
hondas guitarras de maldiciones
y el aire está frío como el hielo.

La tierra es un molino vacío
con larvas mendigando cobijo,
moviéndose en el polvo muerto
que se escurre en el caos...

La tierra de los sueños que se han ido.

     
G. Bacovia
(1881-1957)












Voz singular, tal vez la última importante dentro del simbolismo euro­peo. Su poesía se funda en muy pocos elementos - lluvia, metal, nieve, tristeza, soledad -, es de escaso color y repite obsesivamente ciertas palabras.
El ideal literario de Bacovia se formó en un tiempo en que la lírica europea estaba dominada por aquellos "poétes maudits", sufrien­do las influencias de Laforgue, Rodenbach, Rimbaud, Verlaine.
Asumidos orgánicamente, Bacovia construye su propio simbolismo conforme a su sensibilidad, renunciando a todo lo que era rémora un tanto barroca dentro de esta corriente. Muy elaborados, sus poemas, más allá de la economía verbal, son música pura, dejando siempre la sensación de naturalidad y espontaneidad.
Solitario, aislado, sufrido, aunque escribió poco, goza de una enorme popularidad; los poetas de todas las edades le dispensan un culto particular.
Obra: Poesía: Plomo; Chispas amarillas; Con vosotros; Comedias de fondo; Estrofas burguesas.



Soy el solitario de las plazas vacías
con tristes bombillas de luz desmayada.
Cuando las campanas claman en la noche plena,
soy el solitario de las plazas vacías.

Me acompañan carcajadas lúgubres y sombras
que asustan a los perros que vagan por los canales.
Bajo las tristes bombillas de rayos macilentos,
me acompañan carcajadas lúgubres y sombras...

Soy el solitario de las plazas vacías,
con luces y sombras enloquecedoras
que me inmovilizan y me hacen palidecer en silencio.
Soy el solitario de las plazas vacías.


Afuera nieva como nunca,
mi amada toca el clavicordio
y la ciudad descansa ensombrecida
como si fuera un camposanto,

Mi amada toca una marcha fúnebre...
mientras que yo, atónito, me asombro:
Y ¿por qué toca ella una marcha fúnebre...?
Y ¿por qué nieva como en un camposanto?

Llora ella caída sobre las teclas
y gime como en un delirio...
Desafinado se muere el clavicordio
y está nevando como en un camposanto.

También lloro yo y, temblando,
desmeleno su cabello sobre los hombros.
La ciudad descansa vacía
y está nevando como en un camposanto.

Agosto

Hay algunos muertos en la ciudad, amor mío,
por eso vine a decírtelo;
sobre el catafalco, debido al calor de la ciudad,
lentamente se pudren los cadáveres.

Los vivos también circulan podridos,
cual barro que germina con el calor.
Hiede a cadáveres, amor mío,
incluso tu pecho está un poco marchito...

Deja en los tapices intensos perfumes,
trae rosas para ponértelas encima.
Hay algunos muertos en la ciudad, amor mío,
y lentamente se pudren los cadáveres...
..........................................................................
R. Darie Novăceanu - 2014